Bali, isla de dioses y para los hipoacúsicos. A veces ocurre. Sin leyes, normativas o pactos. En Bengkala, un pequeño pueblecito del norte de Bali, también llamada la isla de los dioses, todos conocen la lengua de signos,o más bien, el kata kolok, una variante de este sistema internacional que permite que los casi 3.000 habitantes de la población se entiendan entre ellos, incluidos sus 46 sordos, durante generaciones.
Bali, isla de dioses y para los hipoacúsicos. Este altísimo número de discapacitados auditivos se debe a que el gen DFNB3, que provoca la hipoacusia congénita en 1-3 niños de cada 1.000 recién nacidos, está presente entre la población de Bengkala desde hace siglos y que ha sobrevivido con persistencia en la isla hasta el punto de que la localidad es conocida como El pueblo de los hipoacúsicos entre los vecinos. El alcalde, Ida Mardana, tiene otra explicación mucho más divertida: “ Hace siglos, dos terribles luchadores se enfrentaron a muerte en este valle y el perdedor quedó sordo para siempre como maldición de los dioses”. Aunque esta maldición es relativa. La población venera al Dios de la sordera, que vive en el cementerio y que otorga a sus discípulos una sensibilidad especial y una fortaleza superior.
Bali, isla de dioses y para los hipoacúsicos. Y, como debe ser, todo comienza en el colegio, donde los profesores imparten sus clases usando las dos lenguas, con lo que se evita desde el principio cualquier tipo de discriminación. “Siempre me he sentido como una más -cuenta para la revista Vice la anciana Wayan Sandi, de 72 años presionado sus dos dedos índices- somos una comunidad unida”. Pero, por supuesto, no todo es color de rosa. Bengkala no es una comunidad aislada y los hipoacúsicos (los kolok, en balinés) encuentran pequeños problemas para hacerse entender entre los vendedores ambulantes de frutas, por ejemplo, que acuden a los mercados. “Al final, todo se soluciona con los gestos que todos conocemos”, apunta el alcalde, en el puesto desde 2010. Un inconveniente que se une a la pobreza del sector agrario balinés, en su mayoría analfabeto, pero el Gobierno y algunas ONGs están en ello. Una de las últimas soluciones que se están aplicando es, por sorprendente que parezca, la promoción del turismo de discapacitados auditivos. Cada vez son más numerosos los turistas hipoacúsicos que se acercan a Bengkala para comprobar en persona el milagro de la integración. Siempre hay algo que aprender.
Foto: TripCanvas.
Óscar Cabrera