oídos y cine

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En época de Goyas y Oscars, a nosotros nos corresponde hablar de oídos y cine.El 13 de febrero de 1895, los hermanos Lumiére patentaron el cinematógrafo. Fueron los primeros pasos del «Séptimo Arte». Desde entonces, ya han pasado 128 años, un periodo en el que el cine se ha convertido en imprescindible para la ciudadanía. Y para muestra, la última gala de entrega de los Premios Goya, que se desarrolló el pasado sábado, día 11. Dicha premiación, cuya 37 edición fue auspiciada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, consiguió un 23.4% de cuota de pantalla, con 2.684.000 espectadores de media…

E, incluso, llegó a ser vista en algún momento hasta por 7.572.000 personas, con un promedio de 35.5% de fidelidad en sus 202 minutos. Por tanto, el cine continúa generando un gran interés entre la población española. Sin embargo, los ciudadanos con hipoacusia, ¿también pueden disfrutar de este tipo de creación artística? ¡Por supuesto! Cada vez existen mayores opciones para que la población con baja audición vibre con los últimos estrenos.

Las alternativas más comunes pasan por el subtitulado de los filmes y documentales. Oídos y cine. Algo que ya está incorporado en muchas salas, sobre todo en las que apuestan por películas en «versión original». No obstante, siempre hay algún «disconforme» que se queja por todo, por lo que algunas cadenas de proyección también ofrecen anteojos con subtítulos «cerrados», los cuales son menos invasivos para el resto de espectadores. Incluso, se están desarrollando aplicaciones para que estas transcripciones lleguen directamente a los teléfonos móviles. ¡Mucho más personal!

Hay quien planteará que también existe la posibilidad de la «lectura de los labios» de los actores. Se trata de una opción. Pero no siempre es fácil afrontar esta actividad, ya que –dependiendo del intérprete– pueden aparecer diferentes problemas, como labios delgados, un rostro carente de expresividad o la existencia de un bigote de grandes dimensiones, que oculte el resto del conjunto facial. Además, a través de estas técnicas no se percibirían ni los efectos sonoros ni las bandas musicales de las películas.

Empero, la tecnología ya está facilitando la solución de los mencionados problemas. Los profesionales del sector juegan cada vez más con las vibraciones –tanto corporales como de la propia estancia– y con la iluminación. De esta forma, las personas con hipoacusia también disfrutan de la música cinematográfica. Además, se han desarrollado aplicaciones que consiguen experiencias inversivas, de la mano de vibraciones. Gracias a ello, el usuario –sea cual sea su grado de sordera– podrá experimentar y sentir las canciones de las películas.

Asimismo, se puede echar mano de los audífonos. Estos aparatos son –cada vez– más sensibles y permiten percibir sonidos que –hasta no hace tanto– no eran captados por personas con sordera. Los ciudadanos con hipoacusia tendrán la oportunidad de deleitarse –al 100%– de una creación artística que, como el cine, continúa generando un gran interés entre la población, después de 128 años de historia. Sólo hay que consultar los datos de audiencia de la entrega de los Goya del pasado 11 de febrero para comprobarlo…

 

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