Laberintitis y vértigo. La laberintitis es la inflamación o infección del laberinto, que provoca trastornos del equilibrio (vértigos), pérdida de audición y en ocasiones acúfenos.
Laberintitis y vértigo. El oído interno, ubicado en el seno del hueso temporal, está formado por el laberinto óseo, que alberga el laberinto membranoso, un sistema de vesículas y de conductos. La forma de las cavidades óseas, se corresponde con las formas de las membranosas. El laberinto membranoso se puede dividir en dos partes, El laberinto anterior o cóclea, encargado de la audición, y el laberinto posterior o vestibular, compuesto por el utrículo, el sáculo y los conductos semicirculares, que se encargan del equilibrio. El laberinto óseo está relleno de un líquido, la perilinfa, que protege el laberinto membranoso.
El sistema vestibular colabora con el visual para mantener los objetos enfocados cuando movemos la cabeza. Gracias a ellos, el cerebro procesa la información y mantiene el equilibrio.
Entre las causas que pueden provocar una laberintitis destacan algunos procesos bacterianos o víricos que provocan meningitis, herpes, citomegalovirus, etc. La laberintitis transmitida al oído interno a través del oído medio es una complicación grave de la otitis media y puede provocar fístulas laberínticas.
Otras dolencias más comunes, como tener un resfriado o gripe, los procesos alérgicos o el consumo de ciertos medicamentos, aunque no es lo habitual, también pueden desencadenar esta afección.
Existen dos tipos de laberintitis: serosa y purulenta
La laberintitis serosa se produce por irritación química o tóxica del laberinto membranoso. Puede ser resultado de una otitis aguda, de una otitis crónica, de un traumatismo o de una intervención quirúrgica. Consiste en una inflamación estéril del oído interno y puede causar vértigo (mareo rotatorio y pérdida del equilibrio), nistagmo unidireccional (sacudidas rápidas de los ojos en una dirección con un lento retorno a su posición original) e hipoacusia. Se trata con antibióticos endovenosos o antifúngicos, dependiendo de la gravedad de la infección.
La laberintitis purulenta es una infección bacteriana que se da cuando las bacterias penetran el oído interno por infección. Puede deberse a algunas formas de meningitis, a la perforación del tímpano, o venir provocada por una complicación en una fractura del hueso temporal del cráneo. Este tipo de laberintitis puede ir acompañada de pérdida auditiva, vértigo, náuseas, vómitos, acúfenos, nistagmo, dolor y fiebre. Se trata con antibióticos y si es necesario drenando el líquido del oído medio. En algunos casos puede precisar tratamiento quirúrgico.
En determinados casos, además del antibiótico, es preciso que las personas afectadas sigan un tratamiento con antihistamínicos, con medicamentos para controlar las náuseas o incluso con sedantes.
Existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer laberintitis:
- El consumo excesivo de alcohol.
- El Tabaquismo
- Malos hábitos alimenticios, como el exceso de sal en las comidas, el consumo continuado de productos precocinados o el abuso de productos enlatados.
- Sufrir estrés y fatiga.
- El uso continuado de ciertos medicamentos como el ácido acetil salicílico.
- Enfermedades virales recientes: infecciones de las vías respiratorias o infecciones del oído.
- Padecer procesos alérgicos.
Una vez que se comienza el tratamiento, los síntomas de la laberintitis suele desaparecer en una semana, y la recuperación completa se logra en unas 2 y 3 semanas.
No obstante, es recomendable someterse a una revisión auditiva tras sufrir un proceso de laberintitis.
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