Padres sordos, hijos oyentes: ¡se puede!

Cuando en una familia uno de sus miembros tiene una discapacidad auditiva los esfuerzos tienen que ir concentrados a las necesidades no solo de la persona sorda, sino también del resto de los componentes del núcleo familiar. Habitualmente se habla de hijos con discapacidad auditiva, pero hay otro modelo de familia que también se encuentra presenta en la sociedad, y son los padres sordos con hijos oyentes.

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Padres sordos, hijos oyentes: se puede. Cuando en una familia uno de sus miembros tiene una discapacidad auditiva los esfuerzos tienen que ir concentrados a las necesidades no solo de la persona sorda, sino también del resto de los componentes del núcleo familiar. Habitualmente se habla de hijos con discapacidad auditiva, pero hay otro modelo de familia que también se encuentra presenta en la sociedad, y son los padres sordos con hijos oyentes.

Padres sordos con hijos oyentes: se puede Las dudas que pueden experimentar los progenitores, en este caso, varían mucho en función de las experiencias vividas, el nivel de comunicación que se posee o la formación recibida. En este sentido, es importante que los progenitores tengan una identidad clara y que conozcan tanto sus posibilidades como sus limitaciones.

Padres sordos, hijos oyentes: se puede. Es habitual que la primera reacción al conocer que el hijo es oyente sea de incertidumbre o inseguridad ante las nuevas situaciones que han de afrontar, pero enseguida se comprende que los intercambios comunicativos se van a producir de manera natural. En el caso de que las familias utilicen la lengua de signos, los hijos oyentes crecen bilingües, es decir, adquieren la lengua de signos por ser la que hablan sus padres y la lengua oral por ser la que utilizan con otros miembros de la familia y en gran parte de su contexto social.

Una de las cosas que más preocupa a los padres es el hecho de que la lengua de signos interfiera en la correcta adquisición de la lengua oral, pero los expertos consideran que si hay interferencias éstas no son permanentes, pues los niños terminan diferenciando, de una forma natural, cuándo tienen que utilizar una lengua u otra.

Por otro lado, los expertos aconsejan a los progenitores recurrir a los servicios profesionales de interpretación en lenguaje de signos y aprovechar al máximo las ayudas técnicas para evitar que el hijo oyente asuma el rol de un intérprete dentro de la familia.