El ruido, considerado como una sensación desagradable y molesta, es causa de preocupación por sus efectos sobre la salud y el comportamiento humano.
El ruido ambiental producido por las actividades humanas ha aumentado considerablemente en los últimos decenios, especialmente en los grandes centros urbanos, debido a factores tales como el incremento de la densidad de la población, mecanización y automatización de las actividades laborales y el uso de vehículos a motor.
Por sus consecuencias negativas, en el año 1972 el ruido fue reconocido oficialmente como agente contaminante por las Naciones Unidas.
En nuestros días, el ruido es considerado como una forma importante de contaminación y clara manifestación de una baja calidad de vida.
Los efectos producidos por el ruido pueden ser fisiológicos -como la pérdida de audición- y psicológicos – como la irritabilidad exagerada-. El ruido se mide en decibelios (dB) y los equipos de medida más utilizados son los sonómetros.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 50 dB como el límite superior deseable.
La contaminación acústica perturba las distintas actividades comunitarias interfiriendo la comunicación hablada, base de la convivencia humana, perturbando el sueño, el descanso y la relajación, impidiendo la concentración y el aprendizaje, y lo que es más grave, creando estados de cansancio y tensión que pueden degenerar en enfermedades de tipo nervioso y cardiovascular.
La Organización Mundial de la Salud ha fijado los valores guía para el Ruido comunitario según ambientes específicos y críticos sobre la salud, que se muestran en la siguiente tabla: