Hace apenas tres años, un estudio de la Universidad de Sidney, en Australia, confirmaba que el consumo de pescado podía reducir el riesgo de pérdida de audición relacionada con la edad.
Los ácidos grasos Omega 3 son un tipo de grasa insaturada que no produce nuestro organismo que beneficia la salud cardíaca al reducir la presión arterial, aumentar el colesterol ‘bueno’ y reducir el ‘malo’ y los triglicéridos. Están presentes en los frutos secos, el aceite de oliva y en todos los peces, pero en mucha mayor proporción en los grasos o azules como caballa, besugo, arenque, salmón, sardina o atún. Pues bien, estos investigadores australianos observaron que comer estos pescados al menos dos veces a la semana reducía en un 46 por ciento el riesgo de sordera en personas mayores de 50 años. Los ácidos grasos poliinsaturados Omega 3 ya están presentes en las membranas celulares proporcionando fluidez y flexibilidad, modulando las neurotransmisiones y regulando el sistema inmunitario y el consumo de pescado azul asegura su fortalecimiento. Así, un sistema dotado de buenas cantidades de estos ácidos envejece más lentamente y es mucho más elástico que uno atiborrado de grasas animales o saturadas.
Otro estudio publicado hace apenas unos meses por el Brigham and Women’s Hospital de Boston, Massachusetts, amplía incluso el espectro. Cualquier pescado, incluso el marisco, previene el riesgo de sordera entre las mujeres. «La pérdida auditiva adquirida es una afección crónica de salud muy frecuente y que con frecuencia resulta en discapacidad», señaló en un comunicado de prensa del hospital una de las autoras, la Dra. Sharon Curhan, de la División de Medicina en Redes del hospital. «Aunque un declive en la audición con frecuencia se considera como un aspecto inevitable del envejecimiento, la identificación de varios factores de riesgo potencialmente modificables ha provisto nueva información sobre las posibilidades para la prevención o retraso de la pérdida auditiva adquirida». En comparación con las mujeres que rara vez comían pescado, las que consumían dos o más porciones a la semana tenían un 20 por ciento menor de riesgo de pérdida de la audición.
El estudio aparece en la edición en línea del 10 de septiembre de la revista American Journal of Clinical Nutrition, participaron más de 65.000 mujeres a quienes se dio seguimiento entre 1991 y 2009.
Las conclusiones son evidentes. El consumo de pescado azul siempre es beneficioso, más incluso cuando el degustador del plato empieza a necesitar tejidos más fuertes y elásticos. Así que nada de ‘cortarse’ ante un buen espeto de sardinas o un apetitoso besugo al horno.
Óscar Cabrera