Hace años, los padres empezaban a sospechar que su pequeño tenía dificultades de audición cuando éste no volteaba la cabeza al escuchar un sonido, pero ahora no es necesario dejar pasar el tiempo para detectar si el niño sufre una discapacidad auditiva. La cada vez mayor concienciación de los padres hace posible que esté aumentando año tras año el número de bebés que se somete a un screening de audición, lo que se traduce en un diagnóstico precoz y más oportunidades para los pequeños.
Está demostrado que si un niño presenta dificultad para escuchar, una rehabilitación auditiva temprana permitirá que desarrolle su lenguaje normalmente, lo que le dará la oportunidad interactuar correctamente con su entorno, disminuyendo la sensación de soledad o rechazo.
El screening auditivo no es una prueba dolorosa para el pequeño. Se puede realizar con el bebé en brazos e incluso durmiendo. Esta evaluación audiológica, que incluye una prueba de emisiones otoacústicas, es la más adecuada para realizar a los bebés, ya que es la que menos colaboración requiere por parte del paciente. Más adelante, cuando el niño adquiera la madurez necesaria para comunicarse, se le podrán realizar otros exámenes también muy fiables.
Por cada 1.000 niños recién nacidos, uno presenta problemas de audición. Si, además, el bebé tiene factores de riesgo auditivo, por haber sido prematuro, por ejemplo, esta cifra asciende hasta un 3%.
Comenzar a trabajar cuanto antes con un niño que presenta problemas auditivos es fundamental para su adaptación. Pero incluso cuando los resultados de los exámenes son satisfactorios, es recomendable que el menor acuda a realizarse pruebas anuales al menos hasta que cumpla doce años.