El sistema vestibular, responsable del control del equilibrio postural y de la estabilización de la mirada en los mamíferos, lo integran diferentes partes del oído interno y del sistema nervioso central. Si una enfermedad, o lesión, daña estas áreas, se puede producir un desorden del sistema vestibular, que puede deberse también, o empeorar, a causas genéticas o ambientales.
Para mantener el equilibrio es necesario que el sistema vestibular del oído, la vista y el sistema propioceptivo trabajen adecuadamente. A través de la vista, los seres humanos percibimos el entorno, vemos dónde estamos situados y la distancia o profundidad de campo de los objetos, el sistema propioceptivo –el cuello, torso, articulaciones y pies- recoge información acerca del entorno que nos rodea inmediatamente, con el que estamos en contacto físico. Finalmente, el sistema vestibular se encarga de informar acerca de las características de los movimientos (aceleración, velocidad y dirección) a los que nuestro cuerpo se ve sometido. El vértigo o el mareo son la consecuencia de un fallo en estos sistemas o de su integración cerebral.
¿Cómo funciona el sistema vestibular?
El sistema vestibular se inicia en el laberinto, dentro del oído interno. Está formado por dos ensanchamientos: el utrículo y el sáculo y tres anillos o conductos semicirculares. Tienen la misión de informar al cerebro sobre la posición y los movimientos de la cabeza.
En cada una de estas zonas (sáculo, utrículo y conductos semicirculares) existen unas células sensoriales que perciben los movimientos. Para esto cada célula tiene unas prolongaciones (cilios) introducidas en un medio líquido. Estos cilios informan a la célula acerca del movimiento del líquido, de manera similar a lo que sucede cuando introducimos la mano en una corriente de agua. Para aumentar su sensibilidad al movimiento, la parte más alta de estos cilios está en contacto con unos pequeños cristales de carbonato cálcico. Estos cristales son conocidos en los seres humanos como las “otoconias”. Las células sensoriales, interactuando con las otoconias, generan impulsos que son trasladados al cerebelo, lo que permite mantener el equilibrio, a pesar de que realicemos desplazamientos, llevemos a cabo giros, o aceleraciones.
Las neuronas que salen de estos receptores sensoriales, forman el nervio vestibular, que termina en el núcleo vestibular localizado en el bulbo raquídeo del sistema nervioso central. Los núcleos vestibulares, a su vez, conectan con la corteza cerebral, el cerebelo y los núcleos oculomotores. Estos centros nerviosos se encargan de ordenar a los músculos oculares y a los músculos del tronco y extremidades cómo deben moverse para mantener una postura corporal determinada y mantener la mirada estable, libre de las vibraciones que produciría cualquier movimiento del cuerpo sobre la cabeza.
A modo de resumen podemos decir que cuando la cabeza se desplaza, el líquido que hay dentro del oído interno mueve las células sensoriales de esta zona y remite el mensaje al cerebro. El cerebro procesa la información y transmite a los músculos las órdenes necesarias para permitirnos mantener el equilibrio de manera constante e inconsciente.
El sentido del equilibrio se desarrolla en los primeros años de vida del ser humano. Como muchas de las funciones corporales, es conocido que a partir de una cierta edad comienzan a decaer.
El Síndrome Vestibular
El Síndrome Vestibular es el conjunto de manifestaciones clínicas que aparecen cuando se lesiona cualquier estación de la vía vestibular. Debido a esto clasificamos al síndrome vestibular en Periférico o Central atendiendo al lugar de la vía que haya fallado.
El Síndrome Vestibular Periférico aparece si hay lesiones en el laberinto del oído o en la porción más inicial del nervio vestibular. De manera habitual, el fallo periférico se debe a múltiples causas de carácter no grave, que por lo general son fácilmente tratables, aunque ocasionalmente pueden deberse a alteraciones más severas como pueden ser tumores o traumatismos con fractura del hueso que contiene al oído.
Por su parte, el Síndrome Vestibular Central aparece por lesión del núcleo vestibular o por alteración de alguna de las vías que salen o entran en él. Su pronóstico es por lo general más grave. Estas lesiones se pueden producir por inflamaciones, tumores o accidentes cerebrovasculares en la zona.
Los principales síntomas del Síndrome Vestibular son el vértigo, especialmente sensible al movimiento de la cabeza, la ataxia vestibular -un trastorno generalizado de la coordinación, el equilibrio y la marcha -; y una serie de manifestaciones clínicas vegetativas como taquicardia, hipotensión, sudoración o vómitos.