La relación entre la bici de montaña y oído

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bici de montaña y oido

Cuando hablamos de deporte y verano, tendemos a pensar en el agua. Pero también hay muchos aficionados que aprovechan las vacaciones estivales para practicar el BTT por sus paisajes favoritos, o simplemente, para montar en bici de montaña. También, evidentemente, hay relación entre la bici de montaña y oído.

Ciclistas experimentados aseguran que el oído es fundamental para montar en bici de montaña. Después de la vista, y casi al mismo nivel que el tacto, el oído es el tercer sentido más importante para practicar BTT, aseguran. El tacto resulta imprescindible para manejar los frenos o el cambio de la bicicleta, y para adoptar la adecuada postura para el esfuerzo. Pero hablemos de bici de montaña y oído.

En el oído se halla el sentido del equilibrio, y precisamente eso, el equilibrio, es imprescindible no solo para los ciclistas de montaña, que atraviesan por todo tipo de terrenos y ondulaciones, sino simplemente para montar en bicicleta. El grado de inclinación, en combinación con la velocidad, que pueden dar los ciclistas a sus máquinas en las curvas, depende de su sentido del equilibrio y de un buen conocimiento de la bicicleta sobre la que pedalean.

Para mantener el equilibrio es necesario que el sistema vestibular del oído -en el oído interno-, la vista y el sistema propioceptivo trabajen adecuadamente. A través de la vista, los seres humanos percibimos el entorno, vemos dónde estamos situados y la distancia o profundidad de campo de los objetos, el sistema propioceptivo –el cuello, torso, articulaciones y pies- recoge información acerca del entorno que nos rodea inmediatamente, con el que estamos en contacto físico. Finalmente, el sistema vestibular se encarga de informar acerca de las características de los movimientos (aceleración, velocidad y dirección) a los que nuestro cuerpo se ve sometido.  El sentido del equilibrio es el sexto sentido de los deportistas, y especialmente de los ciclistas, que necesitan saber perfectamente cómo está posicionado su cuerpo para continuar con el siguiente esfuerzo.  Puedes ver aquí cómo funciona el sistema vestibular en el oído, responsable del equilibrio.

Muchos deportistas entrenan con música porque les ayuda a esforzarse más. De hecho, hay estudios que aseguran que se puede entrenar con mucha más intensidad si se hace con la música apropiada.  Sin embargo, conviene recordar que el uso de auriculares en carretera, o allí donde son aplicables las normas de tráfico, está prohibido, también montando en bicicleta.  El uso de cascos o auriculares queda, por lo tanto, reducido a los rodillos en el caso de los normoyentes. No así el de audífonos, cuyo uso es perfectamente legal para los bikers puesto que aumentan la seguridad vial de sus usuarios, en ningún caso la disminuyen. Así, los bikers con hipoacusia pueden escuchar su app de entrenamiento favorita, o bien, con el GPS guiarse por la carretera o los caminos.

El oído también ayuda a los ciclistas a saber cómo está la mecánica de la bicicleta. Cuando se tiene experiencia sobre la bici,  ciertos ruidos alertan sobre el incorrecto  funcionamiento del cambio, la suspensión u otros sistemas mecánicos de la máquina.

Además, también dan pistas al biker sobre el agarre del terreno y hasta qué límite puede llevar a su bicicleta. El sonido del neumático sobre el terreno es una prueba de su  nivel de agarre, de si pierde o no adherencia. En una bajada pronunciada, según aseguran los corredores más avezados, puede indicar cuando el neumático está próximo a su límite.

El oído, además de las propias sensaciones del cuerpo, indica la dirección del viento, si es o no racheado, y por lo tanto ayuda con la táctica en una carrera.  En todo caso, el viento no es el mejor amigo del ciclista. Si sopla fuerte de costado puede llegar a tirarlos al suelo. Pero además, el ruido del viento prolongado en los oídos puede hacer que los ciclistas pierdan audición a largo plazo.

Circulando a 25 kms/h el sonido del viento puede superar los 80 decibelios, y en función de la velocidad, llegar a los 100 dBs. Y, como es bien conocido, estar sometido a ruidos de más de 80-90 dBs de manera constante, puede afectar, a la larga, a la audición.

 

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