Navidad es tiempo de viajes en coche. Además de solicitar prudencia en todos ellos, en el blog nos toca hablar sobre la parte sonora de estos viajes. Y una de ellas es el claxon. El sonido del claxon, o bocina, es uno de los dispositivos de señalización sonora más populares del mundo. Utilizado principalmente en vehículos para alertar a otros conductores, peatones o animales, su historia está estrechamente vinculada a la evolución de los automóviles y la necesidad de seguridad vial.
Y, aunque parezca un término anglosajón, en realidad «claxon» proviene del griego klazō, que significa «gritar». Fue adoptado por la compañía estadounidense Lovell-McConnell Manufacturing Company, que patentó y comercializó un dispositivo de señal acústica con este nombre a principios del siglo XX.
Pero antes del sonido del claxon moderno, los vehículos se hacían oír mediante campanas, bocinas manuales o silbatos de vapor. Eran campanas lo que sonaban para hacer notar a los carruajes tirados por caballos.
Con la llegada de los primeros automóviles, se utilizaron bocinas manuales que funcionaban con una pera de goma. Al apretarla, se producía ese sonido característico que escuchamos en cientos de películas de época.
Los silbatos de vapor eran comunes en trenes y barcos, pero no se adaptaban bien a los automóviles.
El sonido del claxon eléctrico fue desarrollado en 1908 por Miller Reese Hutchison, un inventor estadounidense que trabajó para Thomas Edison. Este dispositivo utilizaba un diafragma metálico vibrado por una corriente eléctrica, generando un sonido fuerte y distintivo. Su patente es la base para muchos de los diseños modernos.
Fue en los locos años 20, cuando los claxon eléctricos comenzaron a ser un estándar en los automóviles debido a su eficacia y durabilidad. Empresas como Klaxon Signal Company se especializaron en su producción y exportación, popularizando el término «claxon» en varios idiomas.
A lo largo del siglo XX aparecieron los claxon electromecánicos, con un diseño más sofisticado, que usaban un motor pequeño para generar un sonido continuo y fuerte, lo que supuso que se pudieran reproducir una gran variedad de tonos y melodías, especialmente en camiones y vehículos personalizados.
En las últimas décadas han aparecido los claxon electrónicos, más pequeños y eficientes, capaces de reproducir sonidos complejos.
Debido a problemas de contaminación acústica, muchos países cuentan con normas sobre el volumen y la frecuencia de los claxones. Por ejemplo, el volumen máximo permitido generalmente oscila entre 90 y 120 decibelios.
Pero atención, no se puede usar a la ligera. En España el sonido del claxon está permitido para evitar un posible accidente, al realizar un adelantamiento cuando quieres avisar de tu intención de adelantar al conductor que circula delante, siempre que dicho conductor no haya indicado su intención de realizar un adelantamiento, por ejemplo, con el uso del intermitente, o si te ves obligado a circular como vehículo prioritario en servicio de urgencia. En la página del RACE encuentras más información sobre cómo y cuando debe usarse apropiadamente y a qué te expones si no lo haces.
En España nos pueden sancionar con una multa de 90 euros es por usar el claxon cuando no toca, es decir, cuando lo usamos para algo que no sea advertir un peligro.
En todo caso, respetar la velocidad de cada vía, conducir relajado y descansado, escuchar música durante el viaje, y utilizar apropiadamente el claxon son algunos consejos para que llegues a tu destino esta navidad, y luego también para la vuelta a casa.