Cómo cuidar los oídos en verano

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Empieza la época estival y con ella las vacaciones, el descanso, los viajes y el tiempo libre, pero también más contaminación acústica en terrazas, fiestas, más descuidos y, sobre todo, más agua, a veces incluso contaminada. Aquí van unas pautas para cuidar los oídos y evitar disgustos con los audífonos. Obedecen, claro, al sentido común, pero no está nunca de más recordarlas:

 

  • El principal ‘problema’ es el agua. Es imprescindible secarse bien los oídos después del chapuzón, algo que hay que inculcar a los niños desde el principio. El agua estancada en el oído externo pasa rápidamente al interno y puede provocar dolorosas otitis de engorrosa solución o simplemente ese ‘oído taponado’ tan molesto. La medida es absolutamente imprescindible cuando el baño se realiza en lagos, ríos o estanques ya que el agua puede estar contaminada o contener objetos minúsculos (insectos, algas…) que pueden penetrar al menor descuido. Una toalla pequeña guiada con el dedo índice de la mano es siempre el remedio acabado justo al llegar a la orilla. Nunca utilizar bastoncillos. Así mismo, es recomendable zambullirse lentamente sobre todo si se tiene el oído delicado o se ha padecido ya la mencionada otitis. En el caso de los usuarios de audífonos, cuanto más lejos del agua, mejor. Son instrumentos electrónicos y, por tanto, incompatibles con el líquido elemento aunque muchos modelos aguantan descuidos importantes.

 

  • El volumen de la música en las fiestas y conciertos veraniegos puede ser más que peligroso, sobre todo si provienen de aparatos de probada antigüedad. Una reunión de viejos amigos del pueblo al lado de los altavoces de la terraza, o cerca de un vecino con moto de cross o una noche de fiesta en los coches de choque pueden provocar zumbidos y sorderas temporales capaces de amargar el más deseado de los descansos. Se impone la huida y, si se tercia, la denuncia. La policía municipal dispone de medidores de decibelios homologados, o sonómetros, para calibrar el volumen de ruido. La Organización Mundial de Salud (OMS) recomienda no exceder el nivel de 65 decibelios, ilusión sonora teniendo en cuenta que el claxon de un coche alcanza los 99 dB.

 

  • El cambio de presión atmosférica que se produce durante los viajes en avión, sobre todo en los despegues y aterrizajes, también es un serio problema vacacional. En este caso, la solución no es fácil, sobre todo si se es especialmente sensible a estas circunstancias. No hay más consejo que el chicle y mantener la boca abierta. Tan simple como eso. Si se viaja con bebés, hay que acordarse de ponerles el chupete.

 

  • A veces, la exposición a una excesiva cantidad de decibelios es casi inevitable, por ejemplo si se acude a un concierto imprescindible o a esa fiesta popular ‘ambientada’ con petardos y fuegos artificiales. Entonces se impone la utilización de tapones sin lugar para la vergüenza o la timidez. Si no se ha sido precavido, pueden ser muy útiles los auriculares, desenchufados por supuesto, del ipod o del móvil. Medidas de emergencia.

 

  • Por último, un consejo del que ya hemos hablado en esta web. Es muy recomendable que el volumen de los auriculares de música o videojuegos no solape el sonido exterior. Está sobradamente probado que el uso continuado de los populares ‘cascos’ a volúmenes superiores a 80 ó 85 dB genera lesiones neurosensoriales irreversibles que no se pueden tratar con cirugía o tratamientos farmacológicos. Lo ideal es evitar su uso (es la principal causa de pérdida de audición entre los jóvenes) y recomendar, como siempre, el sentido común: la música y los juegos, mejor ‘al natural’.

 

Óscar Cabrera

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