Hoy, 26 de Marzo, se cumplen 185 años de la muerte de Ludwing V. Beethoven. Es obvio que actualmente, es uno de los compositores más reconocidos a nivel mundial. Pero… ¿qué hubiese pasado si Beethoven no hubiese padecido sordera?
La sordera de Beethoven ha sido, desde que se conoció, objeto de las más diversas interpretaciones. Hay quienes la ven como símbolo de la adversidad derrotada, para otros es ejemplo de cómo el genio emerge a pesar de las circunstancias y otros más lo ven como una broma irónica y acaso cruel del destino: que uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, un músico, se vea afectado por un padecimiento auricular.
Examinando los cuartetos de cuerdas de Beethoven, hay muchos investigadores que encuentran que, conforme la sordera del compositor progresaba, el uso de notas altas disminuía, al menos hasta que volvió a confiar en su «universo musical interior».
Desde otra perspectiva, sin embargo, científicos de los Países Bajos analizaron la evolución musical de los cuartetos de cuerdas. Dividieron los cuartetos en cuatro etapas, de los más tempranos a los tardíos, los investigadores analizaron la primera participación del violín en el primer movimiento de todas las piezas, contando el número de notas por debajo de G6, la cual corresponde a 1,568 Hertz de frecuencia. Con estos parámetros el estudio dio como resultado que Beethoven dejó de utilizar notas altas conforme su sordera progresaba y, en compensación, se decantó por notas de frecuencias medias y bajas que podía escuchar mejor. Curiosamente, sin embargo, en los últimos cuartetos, escritos cuando su sordera era total, las notas altas regresaron.
“Cuando llegó a confiar plenamente en su oído interno, [Beethoven] ya no estaba obligado a producir música que podía realmente escuchar si se interpretaba, y poco a poco volvió a su mundo musical interior y sus primeras experiencias de composición”, afirman Edoardo Saccenti, Age Smilde y Wim Saris del Centro de Metabolómica de los Países Bajos, situado en la ciudad de Leiden.
Él era consciente de lo que le estaba pasando y así lo reflejaba en una carta que le envió en 1801 a su amigo y médico Wegeler, en la que confesaba su preocupación por esta situación. Intentaba compensar esta deficiencia. «En 1814 se sirvió de una trompeta para poder oir sus composiciones y en 1817, con el mismo objetivo, hizo construir un piano con cuerdas más tensas».
Sin diagnóstico y sin tratamiento, lo cierto es que la sordera de Beethoven no le impidió seguir dedicándose a la música, puede que incluso forme parte de su genialidad y, sin ella, quizás sus obras no serían como las que hoy conocemos, las que le han otorgado el ‘título’ de ser uno de los compositores más importante de la historia.