El Día Mundial de la Visión se celebra el segundo jueves de octubre de cada año. Esta iniciativa fue creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera (IAPB) con el objetivo de crear conciencia sobre la salud ocular, la prevención de la ceguera y la importancia del cuidado visual. Pero en este blog, a nosotros nos toca hablar de la visión y el oído.
La visión y el oído no funcionan de manera aislada; interactúan para proporcionar una percepción más rica y precisa del entorno, lo cual es esencial para la comunicación, la atención y la orientación espacial.
La relación entre la visión y el oído se basa en la forma en que los dos sentidos se complementan para interpretar el entorno y crear una experiencia perceptual integrada.
El cerebro combina la información visual y auditiva para construir una percepción coherente del mundo. Por ejemplo, al ver a una persona hablar, se integran los movimientos de los labios (visión) con los sonidos de su voz (audición) para entender mejor el habla, un fenómeno conocido como el *efecto McGurk*. Si la información visual y auditiva no concuerda, el cerebro puede generar una percepción híbrida.
Ambos sentidos trabajan juntos para ayudar a determinar la ubicación de los objetos en el espacio. La visión proporciona datos espaciales inmediatos, mientras que la audición permite detectar sonidos provenientes de diferentes direcciones, incluso cuando no están en el campo visual. Esto permite una mejor orientación y la capacidad de reaccionar a estímulos externos (como un automóvil acercándose por detrás). La localización espacial es una de las características de las adaptaciones binaurales de los audífonos, que interactúan para facilitar la localización.
La visión y el oído se sincronizan para interpretar eventos en tiempo real, como ver y escuchar una pelota rebotando. La precisión de la percepción temporal es esencial para tareas como entender el lenguaje, donde los ritmos visuales (gestos y expresión facial) y auditivos (entonación y ritmo del habla) se alinean.
La información auditiva puede influir en cómo se percibe lo visual y viceversa. Por ejemplo, en entornos ruidosos, como una fiesta, las personas tienden a depender más de la lectura labial. De igual forma, en situaciones de poca visibilidad, como la oscuridad, los sonidos pueden ser claves para localizar y distinguir objetos.
La combinación de estímulos visuales y auditivos tiende a captar la atención de manera más efectiva que cada modalidad por separado. Por eso, se utilizan estímulos multisensoriales en medios como el cine o en las alarmas de emergencia.