La relación entre el oído y los colores es un tema fascinante que combina los sentidos y, en algunos casos, involucra experiencias perceptivas únicas, como la sinestesia.
La RAE la define como una imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente.
La sinestesia es un proceso biológico -neurológico- que le sucede a pocas personas, alrededor de un 2% de la población, a través del cual las sensaciones y los sentidos se mezclan. Así, las personas con sinestesia o con una capacidad sinestésica ven colores cuando escuchan música, sentir alguna emoción al tocar un objeto o saborear las palabras.
En el caso de la sinestesia auditivo-visual, las personas pueden percibir colores cuando escuchan ciertos sonidos, como notas musicales, voces o ruidos. Por ejemplo, al escuchar un acorde de piano, la persona puede «ver» un color determinado. O también es posible asociar un tono agudo a un color brillante como el amarillo, mientras que un tono bajo podría ser percibido como un color más oscuro, como el azul.
Pero también en términos psicológicos, tanto los sonidos como los colores pueden evocar emociones similares. Los sonidos graves y lentos tienden a asociarse con colores oscuros (azul, negro), que se relacionan con sentimientos de tristeza o calma. Por otra parte, los sonidos rápidos o agudos suelen asociarse con colores brillantes (amarillo, rojo), que evocan emociones de alegría o excitación.
A lo largo de la historia del arte, pintores y músicos han intentado conectar ambos sentidos para generar una experiencia más rica.
El compositor ruso Aleksandr Skriabin intentó usar colores específicos para cada tonalidad en su obra sinfónica «Prometeo, el poema del fuego», utilizando una proyección de luces de colores durante las interpretaciones musicales.
Y el pintor ruso Vasili Kandinsky también exploró la relación entre el color y el sonido, describiendo cómo ciertos colores evocaban sensaciones parecidas a las de ciertos sonidos en sus cuadros abstractos.
Tanto la música como el color se utilizan en terapias multisensoriales. La musicoterapia y la terapia con color pueden combinarse para potenciar los efectos positivos en la relajación, la concentración y el estado de ánimo.
Por ejemplo, la música suave combinada con colores cálidos y relajantes, como el verde o el azul, puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad.
El oído y los colores pertenecen a sentidos diferentes, hay múltiples conexiones entre ambos, tanto en términos neurológicos (sinestesia) como psicológicos y artísticos.